En este texto se nos
muestra el proceso que se da para la publicación de la información científica y
el objetivo idílico que se persigue en este: que dicha publicación sea de libre
acceso, gratuita y manteniendo los controles de calidad.
Históricamente, la
publicación de la ciencia se ha dado en revistas académicas y es algo que se ha
mantenido hasta nuestros días. Sin embargo, las cuestiones que envuelven este
entramado son abundantes. ¿Qué información se publica? ¿Hay contenidos que es
mejor ocultar? ¿La publicación favorece a unos intereses de terceros?
Para responder a esto
hay que fijarse en las entidades encargadas de publicar ciencia. En los años 90
el precio de las suscripciones a revistas científicas se elevó a niveles
desorbitados. Además, los autores estaban sometidos a los requisitos que estas
entidades exigían, por lo que se podía dar el caso de, por ejemplo, obviar el
propio autor. Esto hizo que se tuvieran en cuenta diferentes formas de hacer
llegar a la sociedad la publicación científica. Así, con la declaración de
Budapest en 2002 se abren las opciones de acceso abierto a la ciencia: la ruta
dorada (publicaciones en revistas de acceso abierto) y la ruta verde (creación
de repositorios de documentos). A continuación muestro un vídeo en el que Remedios Melero habla de este tema de forma resumida en la Semana Internacional de Acceso Abierto de la universidad de Cantabria (Clickar para más información).
Las ventajas que
proporciona este acceso abierto son, entre otras, destaca la mejoría notable de
la comunicación de la comunidad científica entre ella (a un investigador de un
tema concreto le es ahora mucho más sencillo saber si ya hay documentación que
trate o no su investigación, por lo que la calidad de la misma también se verá
beneficiada) pero también al resto de la sociedad, la cual puede acceder más
fácilmente a esta información; y no solo de un mismo país, ya que en este caso
las diferencias económicas que pudiera haber entre un país y otro serían
imperceptibles en este ámbito, ya que los científicos de cualquier parte del
mundo tendrían a su disposición la misma información. Por tanto, otra gran
ventaja sería el gran abaratamiento de los costes.
Para finalizar a modo
de conclusión personal, considero que estamos en el principio de un proceso
dificultoso pero necesario. Tengamos en cuenta que aún el 80% de la publicación
científica sigue siendo de pago. Por ello y desgraciadamente, la ciencia sigue
siendo a día de hoy un negocio, aunque puede servir precisamente esta realidad
como detonante para que la comunidad científica luche por paliarla.
Bibliografía: ABADAL FALGUERAS, E., 2012. Acceso abierto a la ciencia. Barcelona: UOC. ISBN 9788497885485. Cap. "Fundamentos" pp. 8-16
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